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Entrevista Revista K

Actualizado: 16 jun 2023

Joaquín de la Guardia

Administrador de Tagua Fund


Estudio Economía en Boston College, Summa Cun Laude; Ingeniería Mecánica en la Universidad de Miami, un MBA en la Universidad de Miami, Derecho en la Ulacit, Chartered Financial Analyst, CFA.


¿Cuándo se está listo para invertir?

Cualquiera que tenga un capital acumulado que no necesite utilizar por 5 años o más es buen candidato. Mientras mas joven, mejor, porque se tiene mas “pista” para crecer. Es errada la idea que hay que ser rico para invertir, mas bien es al revés.


¿Cuáles son las opciones para el inversionista?

Tratando de organizarlas en grandes categorías. Están las inversiones denominadas en monedas o “renta fija”, donde el inversionista le presta a un emisor, compañía o Estado, a cambio de un interés. Este es el caso de los bonos y depósitos bancarios. Otra gran categoría son las acciones comunes, donde el inversor es propietario de un pedazo de una compañía; grande o chica, privada o cotizada en bolsa, fundamentalmente no hace diferencia. Finalmente, están los bienes raíces que todos conocemos.


¿Cómo saber cual es la que conviene?

Históricamente, ser dueño de negocios -accionista- a largo plazo, ha sido en forma indiscutible la manera más eficaz para acumular riqueza o lograr que un patrimonio mantenga su poder adquisitivo en el tiempo. El deposito bancario, siempre y cuando sea de alta calidad, es una buena alternativa para reservas o dineros a corto plazo. Sin embargo, vemos que el panameño los pondera en forma muy exagerada. Gusta mucho porque el estado de cuenta mensual no fluctúa. Sin embargo, a largo plazo tiene en su contra la inflación y un costo de oportunidad elevadísimo.


¿Qué se gana y que se pierde al invertir?

De 1926 al 2018 la bolsa de Estados Unidos promedió 10% al año, a ese ritmo un patrimonio se dobla cada 7 años. Las inversiones son el único medio para mantener o multiplicar un patrimonio a largo plazo y lograr objetivos de vida como seguridad económica y filantropía.


Invertir es un juego donde hay mucho de por medio, donde decisiones que parecen inocuas ponen los patrimonios en trayectorias diametralmente diferentes. Y efectivamente, las cosas pueden salir mal, si no se toman buenas decisiones.


De hecho, es una realidad que la mayoría de los inversionistas se quedan muy cortos del potencial, inclusive, sufren pérdidas. Lo que ocurre es que es fácil perder el camino. Perdemos por ego, por ejemplo, al tomar riesgos innecesarios para competir con otros; prejuicios de todo tipo y falta de conocimientos básicos. Por no controlar las emociones, por falta de paciencia, por imprudencia, por seguir al “rebaño”, por especular, etc. Y también, en muchos casos por mala asesoría que es lo que abunda en la calle.


Salvo meritorias excepciones, el asesor típico opera desde una posición de instintos básicos, enfocado en facturar, perdiendo conciencia del bienestar del cliente. Esto hace que sus recomendaciones se inclinen en la dirección de los productos que mas comisiones generan y en promover más actividad de la necesaria. La mayoría de los asesores no invierten del todo sus propios ahorros por que han visto lo mal que le va a los clientes. Casi por regla los asesores más carismáticos y convincentes son los más peligrosos, exhibiendo altos grados de sociopatía. Otras veces la intención es buena, pero como dicen, la ignorancia resulta peor que la maldad. También, abundan los conflictos de interés, como cuando se promueven emisores relacionados o que son clientes de la casa de valores. Por otro lado, esta industria como cualquier otra, busca lucrar de la psicología del público, creando productos vendibles no importa que tan malos sean.


El público pide inversiones con flujo, que no tengan fluctuaciones ni costos visibles, y que prometen garantizar capital. Y, como es natural, “Wall Street” va a crear exactamente esto, productos que a prima facie llenen todas estas casillas, aunque en realidad no sirvan para nada. Es el equivalente de comida chatarra para los patrimonios. Por último, después de 2008 la industria se ha volcado hacia recomendaciones que minimicen el riesgo de litigios sin importar que éstas casi que garantizan resultados mediocres o malos para el inversor. Ahora bien, siendo justos, en esta industria trabaja mucha gente buena y, probablemente, no es ni mejor ni peor que otras. La idea que debemos resaltar es la necesidad de ser más racionales y maduros al momento de invertir y escoger un asesor. Al igual que toca serlo con relación a otros temas vitales como salud.


En este momento ¿Qué oportunidades hay?

No es un momento fácil para invertir, pero en realidad nunca lo es. Las inversiones que veo mas atractivas en la actualidad son las acciones comunes de compañías “blue chip” de los Estados Unidos. Sobre todo, aquellas que se cotizan a precios moderados como es el caso de los grandes bancos, por ejemplo, Citigroup y Wells Fargo. No veo oportunidades claras para invertir en acciones en Panamá en este momento. Para recursos más líquidos o reservas, me gustan los bonos del Tesoro de Estados Unidos y el deposito bancario local de alta calidad, ambos a corto plazo.


¿Bolsa o bienes raíces?

Una estrategia bastante certera para invertir bien o evitar pérdidas, es hacer contrario lo que esté de moda. En bienes raíces experimentamos en Panama un episodio especulativo o burbuja de proporciones épicas, que subió los precios y creó un enorme inventario que tomará muchos años en ser absorbido y, por tanto, que el sector vuelva a la normalidad. Sin duda, como mencioné antes, la bolsa de Estados Unidos parece la mejor opción en este momento.


Consejos y libros que quiera recomendar

Invertir bien está al alcance de todos y se puede ser autodidacta. No es un reto cognitivo, mas bien de temperamento. Dicho esto, si se requieren algunos conocimientos básicos sobre negocios, finanzas y economía, que no se obtienen viendo “quotes” día tras día.


El que invierte a largo plazo y se limita a bonos y acciones de alta calidad, que no se coticen a precios irracionales, tiene grandes oportunidades de éxito. Mientras más simple y aburrido el manejo, más rentable tiende a ser. Esto aplica por igual para patrimonios chicos, altos y ultra altos. Es un campo muy democrático, donde la información y las mejores inversiones están al alcance de todos. De hecho, las inversiones supuestamente más exclusivas, sofisticadas y glamorosas tienden a ser consistentemente nefastas. Este es el caso de los “hedge funds”, notas estructuradas y, la última fiebre, “private equity”.


Estudiar historia económica y de los mercados es, sin duda, lo mas útil. Todas las lecciones están allí, contenidas en 200 años de mercados. Recomendaría libros como Stocks for the Long Run, de Jeremy Siegel, The Great Crash of 1929, de John Keneth Galbraith, y The Making of an American Capitalist, de Warren Buffett.


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